lunes, 8 de diciembre de 2014

Consenso...con las manos vacías para enfrentar la Supremacía...




En la elección del año próximo se volverá a evidenciar la mutación que sufrió el sistema de partidos en la Argentina tras la crisis de 2001.

De un sistema bipartidista se ha mutado a uno de partido dominante.

Trasladando sus definiciones internas al conjunto de la sociedad y en su doble cara electoral de oficialismo y oposición, el peronismo ha expandido su base electoral y su control de gobernaciones, parlamentos y cargos en el Estado nacional y las provincias.

Vale recordar que en las elecciones de 2013, en la provincia de Buenos Aires -que representa casi el 40% del electorado nacional-, el 80% votó a candidatos que declaraban ser peronistas.

En un país dominado por el peronismo, no debería sorprender que dos de los tres principales candidatos presidenciales tengan ese origen y que el año que viene puedan ambos llegar al ballottage.

La contracara de la expansión peronista, es la agonía del radicalismo.

La UCR dejó de ser un partido con capacidad de competir en elecciones presidenciales.

Obtuvo en las elecciones presidenciales de 2003 el 2,34% de los votos; en 2007 tercerizó su candidatura presidencial en Roberto Lavagna (que venía de ser ministro de Economía de dos presidentes peronistas) y alcanzó el 16,9%, y en 2011, con Ricardo Alfonsín como candidato, cosechó el 11,14%.

Pero además, el radicalismo retrocedió fuertemente en las provincias.

Hoy sólo gobierna en Corrientes.

De los 95 diputados nacionales que aportan al Congreso la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, sólo cinco pertenecen al bloque radical.