lunes, 4 de febrero de 2013

Argentinos; Minority Report, Kulturkampf, y dynamic resilience in a volatile world.




"Precrime has cut down felonies by ninety-nine and decimal point eight percent."



En las últimas cuatro décadas aquella sociedad móvil, integrativa y continua, toda matices, se ha partido en dos: blanco y negro.
Es posible realizar un análisis más complejo, pero la brecha actual se impone por su contundencia y por su novedad.
Como nunca antes, la Argentina tiene hoy un mundo de la pobreza, enorme -casi la mitad de los argentinos-, compacto y coherente.
Tiene su propia organización, centrada en asegurar la subsistencia; tiene sus ideas, valores y sentidos de la vida, muy distintos de los de la sociedad integrada; tiene un tipo de relación con la ley y el Estado completamente singular.
Un mundo tan fascinante como terrible, en el que vive la mitad de nuestros compatriotas.
La pobreza se ha convertido en algo natural.
Lo que asombró en 2001 hoy forma parte del paisaje cotidiano.
Los mundos no están separados.
No sólo son frágiles los límites que unos quieren poner, con rejas o servicios de vigilancia. 
También han surgido quienes sacan su beneficio, haciendo negocios o políticas.
El puestero de La Salada o el puntero barrial, al igual que el dealer , son eslabones de cadenas que llevan muy lejos, y unen, a su manera, los mundos escindidos.
Un análisis cuidadoso destacaría los múltiples contactos entre ambas Argentinas.
Pero una buena fotografía basta para convencernos de que la brecha existe.
Hoy, efectivamente, hay dos Argentinas.
Es curioso que quienes discuten apasionadamente sobre la brecha ideológica no la pongan en relación con esta brecha social.
Quizá porque aquélla, como otras veces antes, transcurre en el mundo de lo imaginario, donde por ejemplo es posible decir que desde hace diez años se está "incluyendo" a los pobres.
En el mundo de la sociedad concreta es más difícil decirlo y, sobre todo, creerlo.
Algún día habrá que suturar la brecha ideológica.
Pero me parece que quienes se proponen empezar a reconstruir una Argentina "normal" -como decía el difunto presidente Kirchner- deben proponerse como prioridad el reintegrar a los pobres al país, y volver a tener una sola Argentina.
La otra gran fractura que divide al país: ricos y pobres
Por Luis Alberto Romero  | Para LA NACION; hacer clic aquí.




Nobody talks about "resilience" when all is well.

The ability to bounce back, stronger than ever, after having been knocked for six, is what is required now, both by the global economy, by governments and by companies.
As such, resilience could perhaps be defined as a mixture of determination, ability and hope that everything will be all right in the end.
"Resilient" is one of the two buzzwords at the World Economic Forum's annual meeting this week.
The other buzzword is "dynamism".
…………
The need to stabilise the shaky world economy is perhaps the biggest challenge facing the leaders in Davos.
There will be much talk about how the eurozone crisis can be solved, what the next step should be in the US where a debt ceiling still casts a dark shadow over optimism, and about how income inequality has become a problem for all - rather than merely an advantage for haves over have-nots.
Experts will be here to tell the leaders why it matters.
They will tell them that more infants die during recessions than during economic booms, and that girls are more affected than boys.
The shortcomings of modern medicine will be highlighted.
Again, there will be experts on hand to tell the leaders about rising resistance to antibiotics, about the way a hyperconnected world can quickly spread pandemics, or about concerns about how it is foolhardy to be complacent in a world where genetic mutation often outpaces human innovation.
Global security will be high on the agenda too, its importance - to both companies and governments, citizens and employees alike - highlighted by the Algerian hostage situation and the subsequent shoot-out that in the end cost so many lives.
Davos 2013: 'Dynamic resilience' in a volatile world
By Jorn Madslien, BBC News, hacer clic aquí.



Este año Davos se convierte en uno de esos sensores globales en los que se puede observar con más claridad cómo el mundo está realmente cambiando.
Y más allá de los temas que se tratan, tiene mayor interés el hecho de que acudan ciudadanos de diferentes partes del mundo, con más preguntas que respuestas, poniendo de manifiesto en los debates que lo único que al parecer ha venido para quedarse es la incertidumbre.
En estos foros, frecuentemente se recurre a la naturaleza, como por otra parte recomendaba ya Juvenal.
En años anteriores se hablaba de crecimiento orgánico, organizaciones híbridas, o incluso de ecología industrial.
Sin embargo, hemos debido dejar agotada la biología, que tradicionalmente era la ciencia que más términos prestaba al management, sustituyéndola por la física.
Y más concretamente por la física de los materiales, tratando de explicar los problemas del mundo y de las empresas.
Quizá ésta sea la principal razón por la que este año, además de seguir debatiendo sobre la evolución de los acontecimientos, se tratan de identificar las características de aquellas organizaciones que son capaces de soportar estas nuevas circunstancias y recuperarse, de la misma manera que algunos materiales son capaces de recuperar su forma pese a que hayan sido sometidos a una gran tensión.
Esta propiedad se denomina resiliencia.

Se trata de avanzar en lo que Nassim Taleb, en su reciente superventas, denomina la antifragilidad.
Una propiedad observable en líderes capaces de crear organizaciones que se robustecen también con el desorden, cuestión que a simple vista parece contradictio in adjecto cuando hablamos de empresas.
Unas organizaciones que están especialmente diseñadas para tratar siempre de operar en el monopolio de las ventajas competitivas.
La resiliencia es un concepto interesante y evocador que nos enseña cómo las organizaciones del siglo XXI evolucionan desde la efímera creación de capacidades para competir hacia un estadio más interesante, como es el desarrollo de competencias diferenciales que las hacen más fuertes y atractivas.
Convencidos en un mundo globalizado de que hoy cualquier capacidad tecnológica o de capital es fácilmente imitable, la fuerza diferenciadora realmente sólo puede residir en su gente, y la forma y propósito en los que este talento se organiza. 
Davos y la dinámica de la resiliencia
José Luis Blasco, hacer clic aquí.