sábado, 31 de julio de 2010

Susana Viau y Leuco no leyeron a Rodolfo Walsh.

Gracias a Artemio, en este post, y este otro; nos enteramos que ni Susana Viau, hacer clic aquí, y Alfredo Leuco, hacer clic aquí; han leído el ULTIMO análisis de Rodolfo Walsh.

No se si es la ignorancia, la desdidia; o simple y llanamente, las “dos fallas del pensamiento de izquierda”.

1/ “…, privilegia las lecciones de la historia en que la clase obrera toma el poder y desdeña aquellas otras en que el poder es tomado por la aristocracia, por la burguesía.

2/ “La segunda falla deriva de la primera, y remite al punto de partida, a saber, la historicidad de nuestro pensamiento”.

Quizás, por eso, le cargan la mochila de la actual situación productiva a la Burocracia; cuando ya se sabía a fines del 76, que era la estrategia de los Factores de Poder.

O, que, la desintegración de la estructura social; continuada por quienes “no supieron, no pudieron, o no quisieron”; nos llevaron a los estallidos de 1989 y 2001.

A tal punto que, consideran como “Paros Políticos” a los realizados en 1984; donde:

“Al finalizar 1984 el salario real había aumentado un 35%, pero la inflación alcanzó 625% anual”.

Tampoco recuerdan los Paros a Menem; porque eso seria poner en evidencia que este, mediante su Ministro Caro Figueroa, fue un impulsor de la “Libertad Sindical” y OTORGO la personería a la CTA.

http://www.iruya.com/noticias_old/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=11875

Les debe molestar la foto con el Nº 2 de Cavallo; aunque sea un “orgánico” del PSOE y la UGT.

http://www.cavallo.com.ar/?p=222

En fin, veamos los textos que “consultan” los P, y omiten estos intelectuales Progresistas y de Centro Izquierda.


13 de diciembre de 1976

1.2.2. Situación de las fuerzas populares

Los elementos que se señalan no están numerados en orden de importancia.

Debe empezarse por la situación de las masas, que es de retirada para la clase obrera, derrota para las capas medias y desbande en sectores intelectuales y profesionales.

Dentro de ese cuadro solamente sectores del peronismo sindical -Luz y Fuerza y Portuarios- han conseguido frenar el avance enemigo librando conflictos que terminaron en empate.

La posibilidad de tal resultado está dada en ambos casos por la naturaleza crítica de la producción, que es permanente en el caso de los servicios eléctricos, y estacional en el servicio portuario (próxima exportación de cosechas).

En el caso de Luz y Fuerza debe computarse además la permanencia de una organización reivindicativa de calidad superior.

Los conflictos mecánicos y metalúrgicos carecen en cambio de esa perspectiva por no afectar producciones críticas en la coyuntura recesiva y deben terminar en derrotas a pesar de una superior calidad combativa de los cuadros.

Esto vuelve a poner sobre el tapete la primacía de la infraestructura básica de servicios y de los sectores obreros ligados a ella.

Priorizar la industria textil o la administración pública como línea sindical me parece un error; en el primer caso porque al subconsumo recesivo debe corresponder a un achicamiento de la industria, y la lucha se da entonces en terreno elegido por el enemigo; del mismo modo librar batalla en la administración -salvo sectores metalúrgicos- es allanar el campo a la ola de despidos que reclama un sector del régimen.

Se insiste, en suma, en la posición ya conocida de este sector del D-I, a saber: que mientras dure el actual proceso de retirada de la clase trabajadora sólo podrá dar combate en sectores críticos delimitados, que son la producción de energía, la exportación de cereales y carnes, la producción y transporte de combustible, las telecomunicaciones, el sistema bancario y el sistema de computación de datos.

………………

Mi opinión, compartida por el ámbito subordinado, es que se ha hecho un pronunciamiento prematuro sobre el agotamiento del peronismo y que de ese pronunciamiento derivaron decisiones de importancia capital que hoy están sometidas a prueba.

El punto crítico a partir del cual se decretó el agotamiento del peronismo fueron las movilizaciones obreras de julio del 75 contra el "Rodrigazo".

Allí pareció efectivamente que la clase obrera, al combatir contra un gobierno peronista, firmaba el acta de defunción del movimiento peronista.

Este análisis omitía dos cosas:

una, que sectores de vanguardia de la clase obrera estaban dispuestos a rebozar (sic) el peronismo siempre y cuando se diera una dirección de avance contra un gobierno vacilante como el de Isabel Martínez, pero que dentro de esa misma dinámica la clase trabajadora en conjunto, incluyendo las vanguardias, iba a retroceder hacia el peronismo cuando la marea se invirtiese por la presencia militar;

otra, el peso efectivo que en tales movilizaciones tuvo la burocracia sindical peronista.

Cabe suponer que las masas están condenadas al uso del sentido común.

Forzadas a replegarse ante la irrupción militar, se están replegando hacia el peronismo que nosotros dimos por agotado y la dirección del peronismo se ha visto subrayada por el gorilismo del gobierno.

En suma, las masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno malo pero conocido, hacia relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en definitiva hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología, o sea los componentes de su identidad social y política.

Suponer, como a veces hacemos, que las masas pueden replegarse hacia el montonerismo, es negar la esencia del repliegue, que consiste en desplazarse de posiciones más expuestas hacia posiciones menos expuestas; y es merecer el calificativo de idealismo que a veces nos aplican hombres del pueblo.

En síntesis, creo que el Partido debió, y aún debe replegarse él mismo hacia el peronismo y que la propuesta inversa no es una verdadera propuesta para las masas en esta etapa, aunque pueda llegar a serlo en otra, pero en ese caso ya no se trataría de un repliegue sino de un avance.

Otra línea de análisis que concurrió para decretar el agotamiento del peronismo es la que, también a priori, ha resuelto que en la Argentina asistimos a la "crisis definitiva del capitalismo".

Afirmaciones desmesuradas de este tipo proceden, a mi juicio, de una falta de formación histórica.

El capitalismo en decenas de países ha sobrevivido a crisis más graves que la actual crisis argentina.

Para dar un solo ejemplo, "la crisis definitiva" del capitalismo en Alemania debió enunciarse por primera vez en 1848, y aunque generaciones de revolucionarios reiteraron ese anuncio durante un siglo y cuarto, no se concretó ni siquiera en el período terrible -para los capitalistas- de 1919 a 1923, ni impidió que Alemania hoy sea el modelo de capitalismo.

………………

Creo que estos son los ejes de nuestra equivocada estrategia, y que en cambio son secundarias o derivadas las contradicciones masas-aparato, interior-Buenos Aires, etc., ya que la resolución de las mismas es materia de ejecución, mientras que los ejes políticos que planteamos son materia de concepción.

Aún esas antinomias, si se toman como subordinantes y no como subordinadas" encierran peligros considerables, y el mayor de ellos es omitir la singularidad de la configuración geográfica, histórica y social argentina, que es su núcleo urbano de 12 millones de habitantes y 60% de la población obrera, de la que necesariamente -a mi juicio- debe brotar también la singularidad de nuestro proceso revolucionario.

Hecho que por ahora apuntamos sin perjuicio de intentar desarrollarlo por separado.

5 de enero de 1977

Hay dos fallas del pensamiento de izquierda en las que recae, a mi juicio, el pensamiento montonero cuando analiza su problema central; que es la toma del poder.

Una, privilegia las lecciones de la historia en que la clase obrera toma el poder y desdeña aquellas otras en que el poder es tomado por la aristocracia, por la burguesía.

Ni Marx ni Lenin procedieron así.

Ambos dieron a la toma del poder por otras clases un carácter ejemplar.

La segunda falla deriva de la primera, y remite al punto de partida, a saber, la historicidad de nuestro pensamiento.

Puesto que las lecciones de historia en que la clase obrera toma el poder se dan solamente a partir de 1917

Y solamente en otros países, ése es el nivel cero donde empieza nuestro análisis.

Un oficial montonero conoce, en general; como Lenin y Trotsky se adueñan de San Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderan de Buenos Aires en 1821.

La toma del poder en la Argentina debería ser, sin embargo, nuestro principal tema de estudio, como lo fue de aquellas clases y de aquellos hombres que efectivamente lo tomaron.

Perón desconocía a Marx y Lenin, pero conocía muy bien a Irigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los cuales estudió a fondo a sus predecesores.

Documento de Rodolfo Walsh a la Conducción Nacional de Montoneros.

http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?article2232

Gaetano Mosca, Lasalle+Curzio Malaparte, y el Gran Miedo (II).

“Mosca distingue entre revoluciones de palacio de la ciudad-estado y las revoluciones en los Estados Modernos, caracterizados por grandes burocracias y ejércitos permanentes.

Le parece que estos dos elementos condenan de ordinario toda conspiración al fracaso, si bien es verdad que la excesiva concentración burocrática puede facilitar la sustitución, radical, e incluso sin choques, del gobierno.

Sobre la revoluciones contemporáneas, manifiesta su creencia en la función preparatoria de las sociedades secretas y el papel de los “desplazados” (el que suscribe), que imagina siempre preparados a lanzarse a la revolución.

Pero, naturalmente, es fundamental para el éxito el concurso de las Masas, que se mueven solo en circunstancias especiales, como las crisis económicas.

A continuación, Mosca observa que la revolución en los Estados Modernos únicamente vence si consigue apoderarse de las dos “instituciones” claves: ejército y burocracia”.

La Clase Política en Gaetano Mosca

Francesco Leone.

http://www.cepc.es/rap/Publicaciones/Revistas/3/REPNE_071_223.pdf


Otro de los aspectos sobre los que este teórico llama la atención es la cerrazón de la “clase política”, que produce una distancia tal entre masas y minorías, que las primeras se sienten totalmente aisladas del estrato superior.

Las leyes pueden cumplir un papel importante al excluir a los individuos de la masa de ingresar en la minoría, produciéndose lo que en física se denomina “inercia”.

Mosca, a diferencia de lo que sostiene Pareto, hace hincapié en lo que hoy llamaríamos técnicas de consenso; vale decir, cuando las masas ejercen cierta presión sobre la “clase política”, aludiendo a una relación de poder en donde las masas participan en cierta medida, por mínima que sea, en las decisiones.
La cerrazón de la “clase política” hace que ésta se encuentre con mayores probabilidades de caer en errores, al no permitir el ingreso de individuos vigorosos de las masas e imposibilitando el mantenimiento de las cualidades que le permitieron llegar al poder.

Los nuevos individuos son necesarios porque la fuerza de la costumbre naturaliza las posiciones de los hombres y diluye las virtudes de la "clase política".

Además, junto a estas tendencias a la inercia, actúan siempre fuerzas renovadoras de los ordenamientos sociales, haciendo que si una minoría no posee los atributos que la llevaron a gobernar o esos atributos ya no son valorados en la sociedad, sean reemplazadas por una nueva minoría.

Los cambios socio-culturales favorecen está circulación de las minorías.
La "clase política" ideal a que alude Mosca, no debe impedir el ingreso de individuos vigorosos de las masas en sus filas.

Esta penetración debe hacerse, para ser útil a la sociedad, en una proporción tal que los recién llegados asimilen rápidamente las mejores cualidades de los antiguos miembros de la minoría.

Si el número es excesivo la "clase política" no se renueva, "se vuelve plebe". (Mosca, 2002)23

Mosca sostiene que si todas las minorías hubieran "permanecido inmutablemente cerradas y estacionarias el mundo no habría cambiado jamás”. (Meisel, 1975)24.

Esta circulación asegura la continuidad de la cooperación dentro de la "clase política".
En esta coyuntura, la democracia se vuelve una fuerza conservadora, que impide bruscos cambios sociales gracias a la renovación gradual de la minoría.

Mosca descree de la democracia, ya que en todo movimiento democrático triunfante siempre surge una minoría que toma efectivamente el poder.

A pesar de considerarlo un sistema imperfecto, lo visualiza como la mejor opción posible.

La crítica a la democracia se hace más evidente cuando analiza a los "representantes", quienes actúan sólo en nombre de su propio interés y se hacen elegir por la masa.

Las elecciones no dan al pueblo una verdadera opción, “y los únicos que tienen alguna posibilidad de éxito son aquellos cuyos candidatos son promovidos por grupos, comités, por minorías organizadas”.(Zeitlin, 1993)25

Este autor va más allá, cuando afirma que los "representantes" son una creación de la misma "clase política".

Nuevamente el peso de la minoría organizada se impone a la mayoría desorganizada, pero la masa puede llevar adelante un pequeñísimo control sobre la "clase política" porque los representantes deberán prestar atención , al menos en apariencia, a sus "representados" para ganarse el voto.
A pesar de lo expuesto, no puede atribuirse a la minoría todo el mérito por la prosperidad o disolución de una sociedad; hay que investigar al cuerpo social en su conjunto.

Los estratos intermedios, juegan un rol central en la eficacia de los organismos políticos, aportando sus capacidades directrices que hacen aceptables para el público las normas dictadas por la "clase política".

Esta importancia es más notoria en las últimas obras de Mosca; quien sueña con una clase de intelectuales comprometidos con la sociedad.

Estas clases mantienen con las masas una relación más cercana que con el estrato más elevado de la sociedad.
En su último análisis Mosca hace derivar la estabilidad de cualquier organismo político del nivel de moralidad, inteligencia y actividad de este estrato intermedio; pero remarca que si el mismo se disgrega, puede ser reemplazado por un nuevo estrato intermedio, dando muestras de la importancia de la presencia de este estamento”.

¿Élite o clase política?
Algunas precisiones terminológicas
Luis E. Blacha*
Facutad Latinoamericana de Ciencias Sociales y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.

http://revista-theomai.unq.edu.ar/NUMERO12/artblacha12.htm


l.- Poder organizado e inorgánico

El instrumento de poder político del rey, el Ejército, está organizado, puede reunirse a cualquier hora del día o de la noche, funciona con una magnífica disciplina y se puede utilizar en el momento en que se desee; en cambio, el poder que descansa en la nación, señores, aunque sea, como lo es en realidad, infinitamente mayor, no está organizado: la voluntad de la nación, y sobre todo su grado de acometividad o de abatimiento, no siempre son fáciles de pulsar para quienes la forman: ante la inminencia de una acción, ninguno de los combatientes sabe cuántos se sumarán a él para darla.

Además, la nación carece de esos instrumentos del poder organizado, de esos fundamentos tan importantes de una Constitución, a que más arriba nos referíamos: los cañones.

Cierto es que los cañones se compran con dinero del pueblo: cierto también que se construyen y perfeccionan gracias a las ciencias que se desarrollan en el seno de la sociedad civil, gracias a la física, a la técnica, etc.

Ya el solo hecho de su existencia prueba, pues, cuán grande es el poder de la sociedad civil, hasta dónde han llegado los progresos de las ciencias, de las artes técnicas, los métodos de fabricación y el trabajo humano.

Pero aquí viene a cuento aquel verso de Virgilio: Sic vos non vobis! ¡Tú, pueblo, los haces y los pagas, pero no para ti!

Como los cañones se fabrican siempre para el poder organizado y sólo para él, la nación sabe que esos artefactos, vivos testigos de todo lo que ella puede, se enfilarán sobre ella, indefectiblemente, en cuanto se quiera rebelar.

Estas razones son las que explican que un poder mucho menos fuerte, pero organizado, se sostenga a veces, muchas veces, años y años, sofocando el poder, mucho más fuerte, pero desorganizado, de la nación; hasta que ésta un día, a fuerza de ver cómo los asuntos nacionales se rigen y administran tercamente contra la voluntad y los intereses del país, se decide a alzar frente al poder organizado su supremacía desorganizada.

Hemos visto, señores, qué relación guardan entre sí las dos Constituciones de un país, esa Constitución real y efectiva, formada por la suma de factores reales y efectivos que rigen en la sociedad, y esa otra Constitución escrita, a la que, para distinguirla de la primera, daremos el nombre de la hoja de papel

¿Qué es una Constitución?

Ferdinand Lasalle.

http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/derecho/lassalle/1.html


El estratega de la revolución de Octubre fue Lenin, pero el táctico del golpe de Estado que llevó al poder al partido bolchevique fue Trotsky.

Lenin creía que se debía contar con el avance revolucionario de todo el pueblo, en cambio Trotski consideraba que todo el pueblo era demasiado para la insurrección, y el ejercito era secundario; lo que se necesita es una pequeña tropa, los “mil técnicos” según Curzio Malaparte, entrenada y encuadrada; para tener éxito.

Malaparte concluye que la táctica insurreccional no es cuestión de ideología, sino de procedimiento, por eso titula su obra “Técnica del Golpe de Estado”.

Pero es en el relato minucioso de la táctica empleada por Mussolini, donde disecciona los procesos insurrecciónales, gracias a un conocimiento íntimo del fascismo.

Su resumen; alcanza con que los conspiradores se infiltren en centros neurálgicos del país, en las tripas del Estado, para que este se tambalee.

Primero se cuestiona la legitimidad de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; luego se fomenta y airea el deterioro, real o aparente, de la seguridad y los servicios públicos, alimentando así el malestar social y la insurrección está servida.

……………………

Con el aporte de Umberto Eco, ver su “Para una guerrilla semiológica”; las tesis de “Técnica del colpo di Stato” son refinadas por USAID, hacer clic aquí, y NED, hacer clic aquí.

Las Revoluciones de Colores no necesitan del aporte militar; porque se manejan con las ONG y/o Fundaciones; como CIPE, NDI, IRI, Westminster Foundation for Democracy, KAS, FES, FNSt, FAES, Jarl Hjalmarsonstiftelsen, etc.

Ahora bien, en la Argentina del 2001/09 se han dado las condiciones que indican los manuales; pero lo único que se logro fueron “Golpes de efecto”.

Duran Barbas, que junto a Agulla, son los Asesores más exitosos; tienen el monopolio de la iniciativa en el manejo de las percepciones públicas, pero estas no se transforman en políticas activas.

Algo impide que la Praxis se cumpla, que va más allá de la Voluntad de los actores; y no ha sido lo suficientemente explicado en la Argentina.

Aunque para Foreign Policy el tema es claro; la Argentina tiene una Institucionalidad tan robusta como Chile, Uruguay, Italia o USA.

¿Una paradoja?, porque nadie puede negar que se “cuestiona la legitimidad de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial”.

Que los desde los Medios y el Establishment “se fomenta y airea el deterioro, real o aparente, de la seguridad y los servicios públicos, alimentando así el malestar social”

Aunque se pierda en la calle, en el Congreso, y en las elecciones; las corridas bancarias y cambiarias fracasan, no hay represión que realimente “el malestar social”.

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Una hipótesis, sobre el fracaso reiterado de la ultima década; es que no tienen “los mil técnicos” de Trotsky, que se infiltren, haciéndose cargo del Estado.

Pero tampoco tienen la herramienta del 18 de Brumario, el Partido Militar.

Una simple y elemental cuestión de Masa Critica.

Golpe; Curzio Malaparte, Umberto Eco y Duran Barbas.

Deshonestidad Intelectual.

http://deshonestidadintelectual.blogspot.com/2009/11/golpe-curzio-malaparte-umberto-eco-y.html


Resumen, la discusión del próximo quinquenio, no es sobre la Republica, la Democracia, Izquierdas y Derechas, etc.

Sino algo más sencillo, como lo planteaba Imaz y Humpty Dumpty.

La cuestión es saber quién es el que manda..., eso es todo.

Y eso implica el remplazo de las Elites, Establishment y Clase Política; lo que provoca el Gran Miedo, al desplazamiento.

Gaetano Mosca, Lasalle+Curzio Malaparte, y el Gran Miedo (I).

--Cuando yo uso una palabra --insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso-- quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.

--La cuestión --insistió Alicia-- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

--La cuestión --zanjó Humpty Dumpty-- es saber quién es el que manda..., eso es todo.

A través de espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado.

Lewis Carroll

http://www.guiascostarica.com/alicia/a2/cap06.htm


Se puede ser "maquiavelista" o "maquiavélico".

Los "maquiavelistas" son intelectuales que en sus clases o en sus libros enseñan la doctrina de Maquiavelo.

Los "maquiavélicos" son, en cambio, aquellos que, hayan leído a Maquiavelo o no, en la práctica hacen lo que él dice que hay que hacer para acumular poder.

Autores maquiavelistas como el italiano Gaetano Mosca escribieron a fines del siglo XIX, cuando empezaba a expandirse la democracia, que ella es una ilusión porque en el fondo siempre mandan las minorías.

Que los maquiavelistas sostengan este tipo de teorías no significa que ellos mismos sean maquiavélicos.

Al contrario, como intelectuales que son, muchas veces resultan en los hechos tan "chambones" como lo fue Maquiavelo cuando administró a Florencia.

El propio florentino, cuando le tocó evaluar a dos grandes de su época, César Borgia y Fernando el Católico, juzgó a éste superior a aquél porque, a la inversa de Borgia, la falta de escrúpulos de los maquiavélicos no se le notaba.

Se suele citar a Maquiavelo como el autor de El príncipe, algo así como el manual del perfecto maquiavélico.

Su obra principal versa, sin embargo, sobre las repúblicas, en las que el desenfreno de la ambición ilimitada está contenido por las instituciones.

Todos los políticos tiene algo de maquiavélicos, pero allí donde hay instituciones fuertes, ellas se encargan de canalizar la pasión del poder en dirección del bien común de los ciudadanos.

Para incurrir en una última cita, recordemos que Mosca sostenía que en todo sistema político, se declare democrático o no, una minoría organizada siempre prevalece sobre la mayoría desorganizada.

Por lo que acabamos de ver "el príncipe", esto es el amante insaciable del poder, contrasta con el político republicano en cuanto éste, a la inversa del príncipe, se detiene ante la saludable valla de las instituciones.

Un príncipe en medio de la República

Mariano Grondona

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1106522


Según el autor maquiavelista Gaetano Mosca, el poder consiste en la supremacía de una minoría organizada sobre una mayoría desorganizada.

¿No es ésta, hoy, la situación argentina?

Después de su derrota frente al campo, el gobierno de los Kirchner ha quedado en minoría.

Si la oposición, mientras tanto, se hubiera unificado, la suerte de los Kirchner estaría sellada.

Pero la oposición es todavía, en el vocabulario de Mosca, una "mayoría desorganizada".

Sumada, ya reúne más votos que el kirchnerismo.

Pero aún no se ha sumado.

Es más correcto así no hablar de "la oposición" sino de "las oposiciones", cada una de ellas más vulnerable que el propio Gobierno.

La lista de "las oposiciones" que enfrentan los Kirchner incluye cinco fuerzas políticas: el radicalismo, la Coalición Cívica, el peronismo no kirchnerista, el Pro de Macri y el socialismo de Binner.

Lo que por ahora separa a estas fuerzas no es sólo su diversa identidad sino también las diversas opciones estratégicas que escogen para enfrentar a la pareja gobernante.

Las oposiciones se dividen, en tal sentido, entre dos caminos alternativos.

Una opción, que llamaríamos "maximalista", es la de sumar a todos opositores en un solo haz, incluyendo hasta a los que ayer mismo estaban con Kirchner.

Nadie debería ser excluído de esta "gran coalición" salvo, naturalmente, los propios Kirchner y quienes decidan seguir con ellos hasta el fin.

El referente más notorio de la "gran coalición" es Eduardo Duhalde.

Pero la otra opción, que llamaríamos "minimalista", sólo admite en la oposición al kirchnerismo a quienes no formen parte de la "clase política" vetusta, "corrupta", que dirigió a la Argentina en los últimos años.

La jefa natural del "minimalismo" es Elisa Carrió.

Cuando a Winston Churchill le objetaron su alianza con Stalin en la Segunda Guerra Mundial, contestó que, con tal de derrotar a Hitler, estaba dispuesto a unirse hasta con Lucifer.

Este es el espírtu de los "maximalistas": hay que unirse con todos los que quieran hacerlo, incluidos los más recientes ex kircheristas, porque el objetivo máximo es derrotar a los Kirchner y, para lograrlo, toda estrategia es admisible.

Los "minimalistas", al contrario, querrían excluir de la "gran coalición" a todos aquellos que comulgaron con los Kirchner y sus métodos porque la batalla contra ellos no es meramente política sino, ante todo, todo moral.

El hecho es que, mientras prevalezca la diferencia entre "maximalistas" y "minimalistas", Gaetano Mosca seguirá teniendo razón.

Las oposiciones

Por Mariano Grondona

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1048235


La democracia, ¿es un mito?

Así lo pensó el politólogo anglo-norteamericano James Burnham, quien en su libro Los maquiavelistas comentó la obra de otros autores que pensaban, como él, que el gobierno de la mayoría es una ilusión porque, en los hechos, siempre manda alguna minoría.

En su libro La clase política, Gaetano Mosca, el más famoso de los maquiavelistas, resumió el pensamiento de su escuela al afirmar que "una minoría organizada siempre prevalece sobre una mayoría desorganizada".

Burnham murió en 1987.

Si hoy se levantara de la tumba, ¿vería en la campaña electoral que hoy arrecia entre nosotros una confirmación de su tesis minoritaria?

La pregunta es pertinente porque si nos concentramos en la provincia de Buenos Aires, donde se despliega como tantas otras veces "la madre de todas las batallas", el electorado bonaerense parece dividirse en tres partes equivalentes: el kirchnerismo, el peronismo federal del trío De Narváez, Solá y Macri, y el pan-radicalismo, de Margarita Stolbizer.

Un tercio con el oficialismo y dos tercios con la oposición.

La mayoría desunida, ¿vencerá a la minoría unida?

Mariano Grondona

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1126340


¿Es posible, en una democracia, mandar en minoría?

Según el pensador nada democrático Gaetano Mosca, la democracia es ilusoria porque, ya se pronuncie el pueblo o no, siempre una minoría organizada se impone a una mayoría desorganizada.

De acuerdo con él un gobierno, aún siendo minoritario, puede acudir a dos recursos alternativos para conservar el poder: consolidar el dominio sobre sus propias huestes y dividir a las huestes de sus adversarios.

Dividir para reinar

Mariano Grondona

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1164087


“De un lado compite una minoría concentrada.

Del otro lado, la desafía una mayoría fragmentada.

El politólogo italiano Gaetano Mosca hizo notar que una minoría organizada ha vencido muchas veces a una mayoría desorganizada.

¿Será éste el caso argentino en la campaña presidencial que ahora comienza?

No necesariamente, porque tanto el oficialismo como la oposición muestran al comenzar la campaña fallas tan graves que sólo quienes las superen podrán aspirar a la victoria.

Podría decirse, entonces, que, habiendo partido todos los bandos en pugna de un origen defectuoso, únicamente el que consiga superarlo ocupará finalmente la Casa Rosada.

Los presidenciables, ¿con el carro delante del caballo?

Mariano Grondona

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1235498


“Parece cumplirse de este modo la negra profecía que concibió el autor "maquiavelista" Gaetano Mosca al decir que no creía en la democracia, que consagra solemnemente el predominio de la mayoría sobre la minoría, porque en ella una "minoría organizada" prevalece sobre una "mayoría desorganizada".

El plan es vencerlos uno por uno, a partir de Macri

Mariano Grondona

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1285868


“Imaz señala en el libro su deuda con el pensador italiano Gaetano Mosca, autor que reconcilió la teoría elitista con la idea del gobierno representativo.

Según Mosca, toda clase dirigente posee tres atributos.

El primero es su organización; el segundo, su apertura a todas las fuerzas sociales –y no a una sola, como una casta–, lo que da lugar a la constitución de lo que este pensador denomina la clase media del poder: funcionarios, intelectuales, técnicos, periodistas.

Y el tercer atributo es que legitima su mando en un conjunto de creencias, a las que denomina la fórmula política.

En el antiguo régimen, la fórmula política era el derecho divino de los reyes.

En las naciones modernas, es la soberanía popular.

De estos tres atributos ya hemos mencionado que, para Imaz, nuestra clase dirigente carecía de cohesión y organización, pero, como consecuencia de la movilidad social que distinguió a la Argentina moderna, estaba abierta a todos los estratos sociales, sin distinción.

En los años 60, cuando el libro fue publicado, y en el vaivén de los gobiernos civiles y militares de la época, el autor, que aspiraba a una clase dirigente propia de una sociedad libre y pluralista –como consta en sus conclusiones – quizás haya omitido pronunciarse con claridad suficiente sobre la fórmula política deseada: democracia o autoritarismo modernizante, gobierno civil o régimen militar.

Este es uno de los pocos, quizás el único punto débil del libro.

Imaz confiaba en que si una de las elites sectoriales asumía el liderazgo, arrastrando a las restantes, las carencias de nuestra dirigencia podrían encontrar remedio.

Sucedió exactamente lo contrario: cada vez que una de ellas asumió un papel de liderazgo, arrastró a las restantes… al fracaso.

El repaso de nuestras crisis más recientes lo confirma y nos sobrecoge de estupor: desde la represión ilegal y la aventura de los militares en las islas Malvinas hasta la incapacidad de los políticos y empresarios aliados, ya sea para mantener la convertibilidad o para salir ordenadamente de ella, pasando por la inconsciencia de los dirigentes sindicales en 1976.

Cuarenta años después de la aparición de Los que mandan, la Argentina, parafraseando a Raymond Aron, es cambiante e inmutable al tiempo.

Cambia porque adquiere una fórmula política: la soberanía popular, encarnada en las instituciones democráticas.

Es inmutable porque sigue sin clase dirigente”

Los que mandan, cuarenta años después

Por Eugenio Kvaternik

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=638644