miércoles, 24 de marzo de 2010

Anónimos quisquillosos, y la etiqueta de los blogs.


24 de marzo de 2010 03:39 v:shapes="_x0000_i1025">

Anónimo dijo...

El comentario de Wainfeld está incompleto. Estaba haciendo una comparación de aquel Pedraza con el de hoy.....El estilo Clarín se ha diseminado parece..

24 de marzo de 2010 08:55

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Anónimo dijo...

Lo que sigue del MISMO artículo de Waifeld....No se pase de vivo Manolo..


"Tras haber sumado treinta años, quizás igual número de kilos y una fortuna apreciable, Pedraza estaba el viernes junto a la Presidenta, quien lo incluyó en el anuncio y en las alabanzas. No le cabían. Es difícil encontrar en su mirada o en su aspecto al militante valiente que fue. Mucho más arduo es asociar su trayectoria ulterior con ese pasado. En el medio están la entrega de la red ferroviaria, el ataque a los derechos de sus compañeros de gremio, el desbaratamiento de las conquistas laborales de décadas que encarnó el menemismo, con el acompañamiento fervoroso de Pedraza. Su saga habla de la complejidad de la trayectoria del movimiento obrero organizado y del injusto simplismo que es homologarlo a la clase trabajadora."

24 de marzo de 2010 08:58

manolo dijo...

Anónimo
Estimado, en el post esta el link.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-135315-2009-11-15.html
Yo no hago periodismo, ni plagio, ni escamoteo la informacion.
Gracias por pasar.

24 de marzo de 2010 13:47

manolo dijo...

Tocayo coronel.
Muchas gracias por el dato.
Un abrazo

24 de marzo de 2010 13:48 v:shapes="_x0000_i1033">

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Anónimo dijo...

No, usted no hace nada de eso, pero cita en forma incompleta y eso cambia sustancialmente el sentido ¿Verdad?

24 de marzo de 2010 15:47 v:shapes="_x0000_i1035">

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Anónimo dijo...

Je. Está bien Manolo. Me sigo chupando el dedo......

Como no soy un miembro de la Corporación Prensera, ni un Anónimo Bienpensante, que confunde este espacio con Perfil o Crítica; y solo soy un boludo con blog, MI etiqueta me da dos alternativas.

O lo ignoro, considerándolo en Troll que quiere comenzar una Flaming.

O le respondo con el original completo de la nota; para que quede en blanco sobre negro, de que se queja el Anónimo con garrocha, mientras toma impulso para desmarcarse.

Porque en el fondo de eso se trata, evitar que te confundan con los Impresentables; no sea que el Grupo Aurora, cuando se recupere la Republica en el 2011, termine cerrando el grifo.

Adelante, a la derecha, atrás

Una agenda sugestiva versus la rabia urbana. Ganchos de derecha, por doquier. Vamos a Belén. Pedraza, una semblanza veloz. La unidad sindical, sus claroscuros, su trayectoria desde la dictadura. El sistema de salud, acollarado. Los cambios necesarios y una pincelada sobre la cultura política.

La ley de medios, la asignación universal a la niñez, el avance en la Justicia y en el Congreso del matrimonio para quienes no son heterosexuales hablan de una sociedad y un sistema político que gana en calidad y densidad. Se trata de construcciones sociales, reclamos de minorías comprometidas y militantes que impregnan el sentido común y se institucionalizan. Así funcionan, no sin escollos ni adversarios de fuste, las democracias instaladas. El repaso de esa agenda que decanta en un cuatrimestre luchas de años, da motivos para el optimismo.

Al unísono la movilización callejera alienta la bronca ciudadana y las alertas exacerbadas de factores de poder. Se exagera su impacto, se macanea cuando se la atribuye al oficialismo que más bien la padece. Su sensata decisión inicial de no reprimir tuvo la contrapartida de alentar la metodología, de la que se valieron opositores y aliados para imponerles condiciones. Las leyes penales de Blumberg, la política internacional subordinada al vecinalismo de Gualeguaychú, el derrocamiento de Aníbal Ibarra, la hora más gloriosa del “campo” como actor político son los ejemplos más salientes.

Esta semana, un paro de subtes catalizó una alquimia en el discurso de los ricos y famosos. Susana Giménez fue quien lo expresó diáfanamente: antes pedía pena de muerte para los delincuentes, ahora clama por “represión” a huelguistas. El discurso penal de referentes culturales del calibre de Marcelo Tinelli, Jorge Rial, Georgina Barbarossa, Mirtha Legrand o la propia Susana es estigmatizante, clasista y hasta racista. De todas maneras reconocía un límite, hipócrita pero concesivo a la corrección política: se ceñía a los que robaban, mataban o violaban. En estos días de rabia se salieron del estereotipo: exigen leña contra personas de mameluco, que trabajan todos los días, que ejercitaron el derecho de huelga. Se puede debatir sobre si abusaron de ese derecho, de por sí muy amplio, pero no caben dudas respecto de trabajadores.

La pobreza del discurso de esa derecha brutal preocupa, máxime cuando es comprado llave en mano por funcionarios de postín, como Daniel Scioli o Carlos Stornelli.

Y encima, irrumpió Juan Belén.

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Eterno segundo: “Nací para ser segundo” se autorretrata el secretario adjunto de la UOM. Fue, como metalúrgico, segundo de Luis Guerrero y ahora lo es de Antonio Caló. Es el segundo de Hugo Moyano en la CGT. Esta semana se encaramó al podio de la desmesura cuando desarchivó una verba setentista, sí que de derecha peronista a la que sólo le faltó la alusión (explícita) a la sinarquía internacional. Habló de “zurdos” (como la señora Legrand), de una CTA comandada desde el extranjero. Ese rollo macartista no expresa a toda a la CGT pero dista de ser un exabrupto individual. Su pensamiento atávico arraiga en la central sindical.

De algo sirvió su ataque de sinceridad: omitiendo mencionarlo como quizá debió hacerlo, la Presidenta ordenó levantar el acto cegetista del 20 de noviembre. En el caldero actual, la movilización hubiera dividido y provocado más de lo que podía convocar y sumar. La reacción de Cristina Fernández de Kirchner fue adecuada, la mostró con iniciativa y reflejos. El anuncio se acompañó con un panegírico exagerado de las virtudes del modelo sindical vigente y en compañía heterogénea. Hugo Moyano, que debía estar ahí, y un compañero cegetista que no merecía esas lisonjas.

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Los años han pasado, terribles, malvados: permítase una evocación subjetiva, para volver al presente rabioso. En abril de 1979, el agrupamiento sindical rebelde conocido como “Los 25” convocó a un paro general contra la dictadura militar. Fue, de lejos, la reacción política pública más confrontativa contra el Proceso, en territorio argentino. La huelga, en un contexto de terror ciudadano, tuvo una acogida muy parcial, terminó con el arresto de numerosos dirigentes gremiales, tras un expediente sencillo: se los citó al Ministerio de Trabajo, ahí se los esposó y mandó en cana. En la mañana de esa jornada memorable, un dirigente de “Los 25” aleccionó a un grupo de abogados, convocados para asistir a los huelguistas. El cronista que tenía, ay, poco más de treinta años era uno de ellos. El hombre los arengó y les dio instrucciones acerca de cómo organizarse, comunicarse y conectarse con los huelguistas y los líderes de la revuelta. El contexto no ayudaba, la represión era todavía feroz, no había celulares ni teléfonos públicos que funcionaran, los servicios de Inteligencia pululaban. El gremialista infundió mística, dio consejos prácticos. Los ojos le brillaban, transmitía convicción política, astucia de calle y savoir faire. Un cuadrazo, pensó y se entusiasmó el cronista, que veía por primera vez en su vida a José Pedraza.

Tras haber sumado treinta años, quizás igual número de kilos y una fortuna apreciable, Pedraza estaba el viernes junto a la Presidenta, quien lo incluyó en el anuncio y en las alabanzas. No le cabían. Es difícil encontrar en su mirada o en su aspecto al militante valiente que fue. Mucho más arduo es asociar su trayectoria ulterior con ese pasado. En el medio están la entrega de la red ferroviaria, el ataque a los derechos de sus compañeros de gremio, el desbaratamiento de las conquistas laborales de décadas que encarnó el menemismo, con el acompañamiento fervoroso de Pedraza. Su saga habla de la complejidad de la trayectoria del movimiento obrero organizado y del injusto simplismo que es homologarlo a la clase trabajadora.

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Las organizaciones, mejor que los muchachos: las organizaciones sindicales padecieron el embate noventista pero conservaron poderío, a los laburantes de pie les fue mucho peor, su suerte se bifurcó desde entonces y hasta ahora.

Pedraza y Belén son compañeros de ruta de Moyano, que tiene mejores pergaminos pero integra un colectivo con ellos. Moyano fue combativo en los ’90, sus representados obtuvieron mejoras enormes desde entonces, tiene capacidad de movilización. No es uno más pero su preeminencia responde a una correlación de fuerzas transitoria. Los últimos años, bajo su mandato y las presidencias kirchneristas, fueron propicios para la mayoría de los trabajadores sindicalizados, pero mantuvieron la fragmentación de la clase trabajadora y la fractura con sus compañeros desocupados o informales.

En la charla íntima, Moyano se jacta de ser más representativo que Roberto Fernández, el secretario general de la UTA que “no puede bajar al subte porque sus compañeros lo chiflarían”. Pero en la acción, en aras de la sacrosanta unidad, incide para que no se otorgue la inscripción al sindicato alternativo que promueven los delegados del subte. El Gobierno sigue la misma ecuación, en aras de la alianza estratégica con la CGT.

El punto es que esa unidad es una rémora del pasado que no dio respuesta a los cambios letales de los ’90, a la pobreza creciente, ni a las nuevas expresiones gremiales del siglo XXI.

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La mera ley y la salud: se discute un nuevo modelo sindical, es cierto, pero los paros de trabajadores de Kraft Foods y del subte iban por algo más preciso e inminente. Por el reconocimiento pleno de sus derechos a la luz de la actual legislación: la protección contra los despidos masivos, la preservación del fuero sindical, la inscripción a sindicatos alternativos. Lo que se les deniega no es un cambio cualitativo y complejo sino la tutela que conceden las normas vigentes.

Así las cosas, “tira para atrás” aferrarse a un modelo que cobija a sindicalistas representativos y luchadores con auténticos traidores a su clase.

El esquema, además, viene acollarado con el sistema de salud que hace agua por todos lados. Las obras sociales nacieron, como el esquema gremial, en tiempos de pleno empleo. En algún momento levantaron un piso común, digno. Ahora, mestizado con el sistema privado de prepagas, el paradigma sanitario argentino es pésimo. Acentúa las desigualdades, permitiendo a algunos trabajadores que cobran con sobre emparejar su atención con segmentos privilegiados de sectores medios. La escisión con otros trabajadores es enorme. El sistema es enmarañado, el hospital público es uno de los patos de esa boda. La inversión per capita es alta en términos comparativos internacionales, los logros sanitarios retroceden respecto de épocas pasadas pero no remotas.

En ese intríngulis, Moyano es una suerte de bisagra, dentro de lo que hay. Sus declaraciones en esta misma edición (ver páginas 2 y 3) lo colocan lejos de su aliado Belén. Pero su renuencia a cambiar un modelo anquilosado lo ancla en un pasado que no volverá.

El modelo sindical no pasó indemne la prueba ácida de la dictadura y del menemismo. Aggiornarlo es un imperativo, de compleja dilucidación. Tanto como encarar un nuevo sistema de salud, que no sólo afectaría intereses gremiales sino también de poderosos actores privados, buenos auspiciantes en los medios. Ese debate, uno de los tantos pendientes, requeriría un clima diferente del de estos años. Y una calidad dirigencial que falta por doquier, no sólo en el movimiento obrero.

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Paradojas: el Gobierno produjo un giro extraño desde junio. Se hizo cargo de una agenda no kirchnerista. La ley de medios es una adquisición de la presidenta Cristina, recién este año. La asignación universal fue bandera opositora hasta hace días. Las tratativas con los holdouts es cartilla del sentido común de los economistas no oficialistas. Ese pragmatismo forzado levantó la calidad del Gobierno. Un cambio en la cultura política mejoraría el ecosistema, suena distante dados los usos de oficialismo y oposición.

Una agenda sugestiva y hasta progresista, un debate enardecido y a menudo tribal. He ahí una dialéctica de la época, que no se confina del todo en los límites del oficialismo y la oposición. Una derecha tosca y brutal acecha por doquier, como reflejan las menciones realizadas en esta columna. Imposible aburrirse en la Argentina, difícil pensar a mediano plazo, también.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-135315-2009-11-15.html

Otro texto, para que quede en claro a cual fue mi intención.

El pasado martes 22 de julio, en la ciudad de Asunción, en el marco de la reunión Plenaria de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS), asumió la Secretaria General de la misma, el Cro Adolfo Aguirre en nombre de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA)

Adolfo Aguirre, secretario de Relaciones Internacionales de la CTA, recibió de manos del secretario Internacional de la CGT de la Argentina, Cro.Gerardo Martínez, quien ejerció el mandato en los últimos dos años.

Al igual que sus antecesores, Adolfo Aguirre fue elegido por consenso de las centrales que componen la CCSCS y ya en la conducción de la Plenaria de la CCSCS se inicio el debate de una Carta a los Presidentes del MERCOSUR.

http://www.ccscs.org/noticias/71-destacadas/221-nuevo-secretario-general-de-la-ccscs

PD en la imagen, de Noviembre del 2006.

Gerardo Martínez, Valdir Vicente, Hugo Moyano, Carlos Tomada, Analía Piñeyrúa, Víctor De Genaro y Pedro Wasiejko

http://www.cronicasindical.com.ar/notas/noviembre06conosur.html

Resumiendo; estimado Anónimo, el monopolio de la pureza, en nuestro país, es una franquicia del ACyS y la jefa Espiritual de la Oposición.

Para su comodidad, Giustanini y Juez, comandan el ala Izquierda, “porque Derecha hay en todos lados”.

Incluso en el Movimiento Obrero del Cono Sur, o sea la CCSCS, LA entidad de 4º Grado; por las dudas consulte con los compañeros Sindicales del PT.

Baradero, Bob Row y la guerra del cerdo.


Debo respuestas a los amables amigos y comentaristas, de este post.

El estimado Compañero Bob Row comparte con nosotros su erudición;

“Hasta ahora tuvimos cuatro posturas sobre el estallido de violencia:
a) Es expresión del distanciamiento de la población respecto a un modo de gobernar desde arriba, sin abrir canales de participación desde abajo.
b) Es consecuencia del aprovechamiento de la conmoción popular por grupos opositores preparados para desgastar la imagen de las autoridades.
c) En toda movilización popular hay un pequeño porcentaje de energúmenos violentos, sin objetivos políticos prefijados.
d) Es expresión de un sentimiento antiautoritario contra el discurso represivo sobre la inseguridad.

Empiezo por responder a esta última postura. Basta leer los comentarios en ese mismo link que traje (pero seguramente se podrían hallar muchos otros) para ver que los baraderenses hacía poco habían realizado marchas pidiendo mayor seguridad vial a causa de una muerte anterior (se refieren al caso Paternoster). Lo cual habría provocado la actitud inflexible del intendente en exigir el cumplimiento de las normas viales (uso de casco, secuestro de vehículos)”.

Ahora me gustaría llamar la atención sobre otros dos niveles de análisis posibles:
1) El nivel sociológico local.
2) El nivel psicológico cultural contemporáneo.

En el primero de ellos, las imágenes televisadas, así como las expresiones de los entrevistados sugieren una estado generalizado de frustración de una amplia capa poblacional con esperanzas de ascenso social. En esas esperanzas aparecen dos instrumentos recurrentes: la escuela técnica y el ciclomotor. Los baraderenses parecen sentirse marginados de los súbitos golpes de prosperidad experimentados por localidades vecinas, más ligados que ellos al boom agropecuario. El hecho de que en Baradero predomine el sector fabril (de crecimiento más lento en los últimos años) parece vivirse como una postergación. Lo que me resulta notable y significativo. El ciclomotor es un medio crucial para moverse entre la escuela y el trabajo (no hay transporte público), siendo su posible secuestro vivido como un ataque a sus posibilidades de ascenso personal.

El segundo nivel es más generalizante y discutible. Pero creo no errar mucho si digo que, desde que el Capitalismo de Posguerra, ligado al Estado de Bienestar, entrara en decadencia mundial a mediados de los setenta, las representaciones políticas han perdido densidad. La revolución tecnológica y la imposición de facilidades a la movilidad de los capitales han transformado a los gobiernos en rehenes de éstos y a los partidos políticos en plataformas retóricas incapaces de asegurar el control de los flujos y de brindar opciones previsibles de futuro a sus votantes.

En estas condiciones se ha vuelto muy problemática la aceptación confiada de la Ley social por parte de amplias capas, que por lo tanto, cambian histéricamente de demandas según la falla que inevitablemente aparece por un lado u otro de la cada vez más dificil tarea de contención que compete al Estado.

No es casual que en los agitados años '30 del siglo XX, tras la debacle financiera de Wall Street y el desborde de las élites políticas por la agitación social (comunismo, fascismo, anomia) ante su incapacidad de dar respuestas estabilizadoras, Sigmund Freud escribiera su agudo análisis del problemático paso de las pulsiones infantiles del Ello a la insatisfactoria aceptación de la Ley del Superyó. El malestar en la Cultura es hoy más que nunca un referente de pistas para entender este difícil presente nuestro.

Hoy, Mariano Grondona editorializa en La Nación; Un día de furia, hacer clic aquí.

Desde su propia perspectiva, le termina dando la razón a Roberto; los textos en color rojo.

Pero aquí; quiero agregar otro elemento, que no es secundario, y explica parte del cambio histérico de las demandas.

En las demandas de mayor seguridad, predominan los adultos; que le terminan exigiendo al Estado que imponga el Orden que ellos mismos no logran con SUS hijos.

De la Ley antiboliches de los 90, a la exigencia de cascos para los ciclomotores.

Mientras que el desborde fue básicamente adolescente, al igual que las expresiones de los últimos días.

Yo conozco Baradero, por razones de trabajo, y la movilización del domingo a la Madrugada; de 05.00 AM, a 08.00 AM, fue conducida por la Jarra Loca, no por los muchachos de Tachuela.

Según mis conocidos; la masa crítica se genero a la salida de los boliches bailables, y tuvo mas parecido a la Vuelta Olímpica del nacional Buenos Aires, que al Santiagueñazo con los Juárez.

En Baradero tenemos una brecha generacional que estallo, una multitud de adolescentes de los Sectores Medios sin contención.

Ni familiar, ni del Estado.

No son lumpenes del GBA, los fieritas, sino los “chicos”, que son “la luz de nuestra vida”.

¿Alguien cree que es casual, que su centro de organización termine siendo la escuela secundaria, donde los velaron?

¿Alguien cree que un policía bonaerense se abstenga de reprimir, frente a una agresión masiva, si son villeros?

No, estimados, son los retoños de la parte sana y principal del pueblo; que tiene casi 30.000 habitantes.

¿Qué algunos “politizados” quisieron operar?, no hay duda, no solo la Izquierda extraparlamentaria esta a la pesca del espontaneísmo.

Pero es difícil imaginar que “agiten” un domingo de madrugada, cuando no están a la vista los síntomas objetivos.

Eso si, este caso es una prueba de la altísima capacidad de movilización social, del Pueblo argentino.

Y aquí, es donde divergen los análisis de Roberto y MG; el Compañero trata de comprender, mientras que el editorialista teme.

Él ve cientos de miles Michael Douglas argentinos, en su papel de un William Foster frustrado y descontrolado, y no tiene las herramientas para encuadrarlos y conducirlos.

Eso si, ni se le ocurre pensar en alternativas de contención, porque son populismo demagógico.

Crisis de la Globalización, ¿la salida Ezeiza?


Programa de Roberto García, ex nº 2 de Ámbito; entrevistado Roque Fernández, ex presidente independiente del BCRA, y ex piloto automático del MECON.

Perplejidad es la mejor caracterización.

RF comentando que los defaults de países serios ya no son fantasías; que USA, usa y abusa de la maquinita, sin descontar que algunos de sus subnacionales se parecen más a Santiago del Estero, que al austero Berlín.

RG se interroga al aire, como si fuera un personaje de una tragedia sueca, ¿Por qué se alienta desde el primer mundo el canje argentino?

Si igual no nos van a dar plata.

¿Mi hipótesis?, sencillo, la vía argentina para “reducir deuda” se esta convirtiendo en modelo.

El ideal de Kruger, no el de la ex FMI, sino el de la calle Elm.

Los Estados Soberanos no quiebran, porque tienen el monopolio de la violencia; solo hay que recordar la tragedia de los Templarios, acreedores de Felipe el Hermoso de Francia.

Y aun queda en la manga el Patacón.