lunes, 1 de diciembre de 2008

La rebelión de los privilegiados para limitar el poder de los pobres

¿Venezuela, Bolivia, Argentina?, NO, Tailandia.


¿La fuente del Articulo es de Izquierdas?, NO, Diario El Mundo, el vocero de las Derechas Españolas.


¿Por qué entonces lo que es bueno en Sudamérica es malo en el Sudeste Asiático?


Una aproximación al final del Post

 


LA CLASE POLÍTICA DEL PAÍS ESTÁ VICIADA POR LA CORRUPCIÓN


DAVID JIMENEZ (Corresponsal)


BANGKOK.- Desde Castro a Corazón Aquino, el a menudo fallido manual de la revolución aboga por devolver la voz al pueblo y acabar con los privilegios de las clases dominantes. 


Tailandia le ha dado la vuelta al concepto para mostrar al mundo que también se puede hacer a la inversa: una rebelión de las clases privilegiadas destinada a limitar el poder de los pobres.


Los manifestantes que han tomado los dos principales aeropuertos de Bangkok, atrapando a miles de turistas y poniendo al Gobierno contra las cuerdas, forman parte de un peculiar movimiento que mezcla a las élites conservadoras aglutinadas alrededor del Ejército, la monarquía y las grandes fortunas de la capital, todo ello aderezado con demócratas liberales y sectores de la clase media.


La Alianza del Pueblo para la Democracia (APD) fue fundada en 2005 por Sondhi Limthongkul después de que el magnate local se enfrentara a su antiguo amigo y ex primer ministro Thaksin Shinawatra. 


Lo que comenzó como una plataforma para luchar contra la corrupción y el nepotismo ha ido degenerando en un movimiento con fines políticos que contradicen el nombre elegido para la causa. 

'Pueblo' y 'Democracia' no están en su lista de objetivos.


Sondhi ha pedido que en adelante sólo un 30% de los asientos del parlamento sean elegidos por votación directa y que el restante 70% se complete con personas elegidas 'a dedo' por grupos profesionales. 


Las dos principales instituciones del país que tradicionalmente han escapado al control de los Gobiernos civiles, la monarquía y el Ejército, deberían tener un papel más activo en el Gobierno, según su modelo


"Es obvio que sus propuestas son claramente antidemocráticas y que ya no creen en los políticos elegidos por el pueblo", asegura Supinya Klangnarong, de la Campaña para la Reforma de los Medios, un grupo prodemocrático tailandés.


Los manifestantes de la APD alegan que los políticos se aprovechan de la falta de educación y la pobreza de las zonas rurales para comprar votos, una acusación que quedó confirmada en las últimas elecciones: el 70% de los electores aseguraba en una encuesta estar dispuestos a cambiar su voto por algo de dinero e incluso sacos de arroz. 


Aldeas enteras se decantaron por uno u otro candidato según la cantidad de ganado que recibieron.


Todos los políticos, unos corruptos

 

Los tailandeses mantienen la creencia de que todos sus políticos están corrompidos y han aprendido que su situación difícilmente variará con unos u otros. 


¿Por qué no lograr al menos algo material de ellos una vez cada cuatro años?


En 2001 el ex policía convertido en magnate de la comunicación Thaksin Shinawatra ofreció una novedad. 


Aparte de enriquecerse personalmente y legislar a favor de sus negocios, el entonces nuevo primer ministro implementó políticas populistas que incluyeron la concesión de créditos a los campesinos y la creación de sanidad pública. 


"Todos roban, pero al menos él hacía algo por nosotros", dice Pipat, que trabaja como peón en la construcción de un bloque de apartamentos del centro de Bangkok.


Thaksin aprovechó su popularidad para acumular poder, debilitar las instituciones democráticas y acosar a la prensa independiente. 


Su ambición y populismo fueron vistos como una amenaza por la influyente monarquía y las élites conservadoras, temerosas de que se impusiera un nuevo modelo de sociedad que les haría perder sus privilegios.


Las élites encontraron su brazo armado -y revolucionario- en la Alianza del Pueblo para la Democracia (APD) que estos días mantiene bloqueados los aeropuertos de Bangkok


Los últimos tres años de lucha, sin embargo, no han logrado evitar que el clan populista de Thaksin vuelva una y otra vez al poder, sobreviviendo a ofensivas judiciales, un golpe de Estado y el exilio de su mentor.


El trasfondo de la crisis que vive Tailandia es una brecha cada vez más amplia entre las poblaciones de las zonas rurales, sobre todo en el norte del país, y las clases medias y altas de Bangkok. 


Los límites de la APD han quedado en evidencia al no haber podido congregar a más de 10.000 manifestantes en los últimos meses de revuelta en una ciudad de siete millones de habitantes como Bangkok, sin llegar nunca a extender su movimiento más allá de la capital.


Tampoco importa, porque la suya nunca fue una rebelión de las masas. 


La clave no está en cuánta gente sale a la calle, sino en un Ejército que les apoya y protege, una monarquía que vería con buenos ojos la caída de un Gobierno corrupto pero elegido democráticamente, jueces dispuestos a saltarse las leyes y familias con el dinero para financiar la causa. 


Es la revolución a la inversa y, al lograr aislar el país por aire, sabe que tiene el triunfo al alcance de la mano.

 

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/30/internacional/1228021731.html

 

¿La respuesta a esta defensa del populismo de Shinawatra?


La elite económica del Sudeste asiático es la diáspora china, también llamados chinos de ultramar.

 

La aparente razón étnica y cultural de la diáspora china, no es demográfica sino económica, pues este grupo tiene bajo su control un importante porcentaje de la economía en los países de esta región. 


En la actualidad más de 34 millones de ciudadanos de ASEAN tienen ascendencia china, representando el 6.7% de la población total que habita en los países de ASEAN. 


Constituyen un poder real en el sistema de interdependencias económicas establecidas en el Sureste asiático, debido a que controlan una parte importante de las economías de los países en donde residen por medio de redes de consaguinidad y origen.


Las redes de trabajo chinas han facilitado los flujos de comercio e inversión en la región. 


Los chinos de ultramar con las altas tasas de ahorro en sus instituciones financieras, aportan capital para la inversión y el crecimiento económico de las redes, y a través de sus canales de distribución en sus negocios de menudeo ofrecen bienes para satisfacer las necesidades locales.


http://www.eumed.net/libros/2008a/369/Diaspora%20China.htm

 

De acuerdo con datos presentados en la Far Eastern Economic Review, para finales de la década de los 90, los grupos de origen chino en Indonesia representaban 2.5 por ciento de la población total del país, pero controlaban 73 por ciento del mercado de capitales. 


En Tailandia significaban 14 por ciento y controlaban cuatro quintas partes de ese mercado, mientras que en Malasia, donde eran 30 por ciento de los habitantes, poseían 69 por ciento de capitales. 


Lo anterior revela de manera clara su posición económica local y su influencia en las esferas comerciales y financieras de la región.


Cuando empieza el proceso de transformación del modelo económico de China en 1978, se inicia también con la apertura el acercamiento de los flujos de capital provenientes de los chinos de ultramar. 


Vía Hong Kong se canalizaron entre 1979 y 1991 casi 13 mil millones de dólares (mmd) de inversiones, mismos que registraron un incremento de 125 mmd entre 1992 y 1998.


La conformación de una gran red económica, cimentada en rasgos étnico-culturales, como catalizadores de flujos comerciales y financieros atrae una creciente atención en los centros académicos, entre los analistas del mercado y entre los responsables de distintos gobiernos.


George T. Haley, en su libro Los nuevos emperadores de Asia, identifica cinco planos diferenciados de agrupación dentro de los chinos de ultramar. 


El primero, relacionado con nexos de parentesco o clanes familiares; el segundo, centrado en lazos de origen compartido de una región o localidad; el tercero, a partir de la identificación de un dialecto común; el cuarto, establecido mediante lazos de asociación surgidos de prácticas y habilidades compartidas, y, por último, el plano que se sustenta en la confianza derivada de la recomendación y las experiencias previas.


De acuerdo con Haley, esta última forma ha sido fundamental para las operaciones de las corporaciones de los chinos de ultramar en que las redes de relaciones se constituyen en instrumento para facilitar el ambiente de negocios, así como la fijación de la logística y la operatividad de sus proyectos. 


Es más, estos planos diversos o ejes de movilidad en los que funcionan las redes repercuten más allá del ámbito estrictamente económico y abarcan igualmente los entornos político, social y cultural.


La existencia de esas mismas redes permite conformar escenarios de una mayor integración productiva y financiera hasta llegar a los circuitos de distribución de bienes y servicios en el ámbito regional y global.


Los códigos formales e informales en la cultura de negocios de los chinos de ultramar generan formas de certidumbre en los vínculos que se establecen y que han permitido no sólo ampliar sus relaciones económicas con Pekín, sino que también se han extendido en el plano regional del Pacífico asiático, incluyendo a Australia y Nueva Zelanda. 


Estos nexos se han convertido incluso en cierto orden transpacífico, alcanzando a Canadá y Estados Unidos y con algunas extensiones a la zona de América Latina. 


Una posibilidad que se ha planteado el gobierno chino es utilizar esas mismas redes para canalizar flujos de IED en áreas de alta prioridad diplomática y económica, que ya en 2002 significaban recursos acumulados de casi 30 mil millones de dólares.


http://www.jornada.unam.mx/2004/06/28/006n1sec.html


Dedicado al amigo Ayj, apasionado por los temas del Imperio Medio