jueves, 22 de marzo de 2007

Hembra Poderosa

El martes a la noche vi a la Dra. Carrio en el programa de Julio Blanck.

La entrevista iba por carriles normales, hasta el momento que la Dra. comparo la incomprensión del periodismo con la de sus ex maridos.

Ante el rubor de Blanck, aclaro que los quiere, a los periodistas, como a sus ex.

Hasta ese momento, consideraba el tono de seducción inteligente que utilizaba como irrelevante.

Pero cuando Blanck cerro el programa, me di cuenta que él se comportaba como un macho frustrado y ofendido.

Que le otorgue la medalla de plomo por el desconcierto de sus seguidores del ARI, puede ser razonable.

Pero la fotografía que la enmarcaba, era terrible.

Vestida de negro, con kilos de más, el cutis brilloso y su cabello desordenado, daban la idea de la Pitia.

No tuvo mejor idea que decir que, por supuesto ahora estaba esplendida, nada que ver con la fotografía.

Julito, sos un ridículo, por no decir pajero.

En las reglas del juego de Poder masculino, una mujer fuerte, es una igual con la que se puede discutir y negociar.

Tiene como extra, el placer de relojear el escote o las piernas.

Lilita no quiere jugar con estas reglas.

Ella quiere ser una Hembra Poderosa, usar las reglas del Poder femenino.

En la vida diaria estas mujeres, son la que se hacen cargo en los velorios, enfermedades y fiestas del orden interno.

Van dando órdenes y repartiendo funciones entre los presentes.

Usan diminutivos para nombrarte, y te tratan como párvulos, aunque tengas 50 años y tres doctorados o 10 muertos en tu haber.

Su autoridad es incuestionable, ¿Quién discute con una madre?

Ella mejor que nadie, sabe lo que te conviene.

Te exige el arrepentimiento para volver a acogerte entre sus amorosos brazos.

Aun en las sociedades machistas su poder es palpable.

La mamma mediterránea en versión siciliana, judía o árabe es conocida por todos.

En el Hombre Quieto, de John Ford, Maureen O'Hara regaña a John Wayne y Victor McLaglen, después que estos se pasaron kilómetros peleando a puñetazos y parando en las tabernas para refrescarse.

Su comportamiento político seria entendido por de Staël, Récamier , Sophie de Condorcet o la mas nuestra Mariquita Sánchez.

Como esta ultima, maniobra entre la seducción y la intimidación de la expulsión de la tertulia.

Su enfrentamiento con Sarmiento, es clásico y el lo recuerda avergonzado en una carta.

Los cargos públicos, son mas una carga que una oportunidad.

La Dictadura de la Tertulia y su poder de influencia, decidiendo lo correcto y lo inadmisible, es más divertido.

Porque los hombres nunca dejamos de comportarnos como chicos malcriados.

Después de todo lo dicho, Lilita nunca me va a invitar a la tertulia.